En 2011, un nuevo educador, Sergio Juárez Correa, toma el cargo en la descuidada escuela primaria José Urbina López en Matamoros, una ciudad fronteriza justo al otro lado de Brownsville, Texas. En medio de un entorno opresivo marcado por la violencia de los cárteles de drogas, los estudiantes de la escuela enfrentan algunos de los peores resultados académicos de todo México. Con instalaciones deterioradas y escasos recursos educativos, como la ausencia de computadoras, la mayoría de los profesores carecen de motivación para enseñar y se centran principalmente en lograr que sus clases aprueben pruebas estandarizadas impuestas por el gobierno, las cuales no contribuyen en nada a inspirar un aprendizaje genuino.
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