Valentina sueña con ser trapecista, pero cree que nunca podrá conseguirlo por tener síndrome de Down. Su Abuela
que le enseña a jugar al ajedrez y un montón de cancionesla anima siempre a perseverar: Si las orugas consiguen convertirse en mariposas, nada es imposible. Nunca debemos perder la ilusión ni las ganas de aprender; mírame a mí, ¡yo todavía estoy decidida a ser directora de orquesta algún día!
Pero Valentina no está muy convencida, piensa que un gusano es demasiado asqueroso para convertirse en mariposa… ¿Cómo será esa metamorfosis de la que habla la Abuela? Cuando se dispone a preguntárselo, Papá y Mamá le dan una desconcertante noticia: la Abuela se fue de viaje. ¿De viaje? ¡¿Sin despedirse siquiera?
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